Donde surgen las sombras… surge el misterio, la evasión, la aventura, la LITERATURA.
Hace ya 6 años un joven novelista, profe, presentador de televisión, abogado, divulgador, guionista y actor… se hacía con el premio Gran Angular de literatura juvenil. Una novela policiaca, de misterio, de terror incluso, de la que hoy podéis encontrar entrada incluso en la Wikipedia. El jurado valoró la frescura, el interés de la historia, el trazado de la trama y su ritmo… endiablado. Le puso pegas a la excesiva violencia, a la descripción descarnada de los actos criminales, a cierto morbo en el relato… (el premio de la Fundación SM se ha preocupado siempre especialmente de los valores que sus novelas transmiten). Gracias al arrojo y a la visión de aquel jurado… la novela vio la luz. Menos mal.
Con ella apareció no sólo una historia sino un narrador. David Lozano ya tenía en el mercado un par de novelas de misterio e intriga. Indicios de lo que ha venido después. Mucho oficio y una apuesta decidida por la literatura como medio de evasión. Donde surgen las sombras le hizo narrador: una historia tejida de realidad y ficción, personajes arquetipos con una pizca de verdad algo cándida y adolescente, un manejo de los ritmos y las claves narrativas que lo acercan al mundo del best-seller… David consiguió por fin trasvasar sus dotes de comunicador -legendarias- a un relato vivo, interesante, hipnótico. Y el relato le hizo escritor. Un narrador honesto, trabajador, de pico y pala y revisiones… de armar y desarmar historias, de buscar finales, de reescribir escenas y personajes… Un trabajo que se intuye en el reverso del tapiz que dibuja sus libros.
Sin pretensiones. Sin imposturas. En la más auténtica tradición de la novela juvenil de aventuras. Novelas para ser leídas no para ser estudiadas. Literatura en estado puro, original.
La historia nos arrastra por las alcantarillas de una ciudad cotidiana llevando de la mano a un grupo de jóvenes que acaban haciéndose cómplices, compañeros, amigos. Sectas, redes sociales, juegos de ordenador… elementos actuales entrelazados con inspectores de policía de la «vieja escuela», con sus tics y sus miserias, con sus apellidos comunes y sus métodos nada sofisticados… Una novela policiaca con jóvenes de por medio. Una novela de intriga sin trampa ni cartón. Una novela juvenil sin espúreas intenciones moralizantes.
La novela es como el autor… el verbo fácil, la historia rápida,la respuesta oportuna, la ocurrencia acertada. Con la grandeza de lo humilde… da lo que promete: una historia que atrapa tu atención, la secuestra y la hace rehén de sus capítulos fragmentarios y elaborados… Con aroma a guión de cine, a escena preparada y a relato… los elementos de la historia se van dosificando con maestría hasta tenerte en sus manos y permitir el viejo (y tan gratificante) juego literario de «sentirte protagonista»).
Por último -no sé si más o menos importante- el lenguaje de la novela refleja el conocimiento de David del medio en el que se mueve. Los jóvenes son jóvenes. Los policías, policías. Los malos, muy malos. Directo, sincero, verosímil. El lenguaje no renuncia a llevar a los posibles lectores (jóvenes lectores y, sobre todo, jóvenes no lectores… probadlo, lo leerán) un escalón por encima del lenguaje con el llegaron. Los personajes «asienten» con la cabeza, «atisban» sombras en el túnel, o «zozobran» en la confusión de la intriga… Y los lectores vamos creciendo sin darnos cuenta -como con una gripe- al leer la novela.
De Donde surgen las sombras, surge el misterio, la aventura, las ganas de leer, la LITERATURA.