Hace ya más de 20 años Martín Garzo fue galardonado con el Premio Nacional de Narrativa por El lenguaje de las fuentes una obra en la que recreaba la relación de una Virgen María nada convencional y un José cansado y abrumado por el contacto con la trascendencia que pone su vida boca abajo una y otra vez.
En este 2017 el autor vallisoletano ha recuperado el lenguaje (lírico, mágico y hondo) y el universo bíblico de aquella obra para reflexionar acerca de dos de los “universales” de la literatura: el amor y la muerte. Eros y Tánatos. No enfrentados sino confrontados. A partir de uno de los pasajes bíblicos más “duros” y difícilmente comprensibles desde la lógica humana, el sacrificio de Isaac por parte de su padre Abraham, se derraman en palabras las emociones más profundas del amor paternal, el misterio de la fe y la pasión irrefrenable por la vida de los protagonistas de la historia sagrada, que es, al fin y al cabo, nuestra historia.
Escrito en versos, sin puntos y apartes, escrito en el lenguaje de la poesía, del delirio, de la pasión y de los salmos. Un anciano Isaac recuerda aquel momento trascendental de su vida en el que su padre estuvo a punto de arrancarle la vida exigida por un Dios generoso y terrible, radical y absoluto. En un discurso que parece mecerse en la salmodia de las palabras y los recuerdos, como los cánticos susurrados por los fieles frente al muro del templo de Jerusalén.
El amor de un hijo que no comprende del todo a su padre, el temor (y el temblor) de un padre que camina consciente de su fragilidad con una vasija de barro en las manos: la vida de su hijo, lo más preciado, lo más ansiado, aquello que da sentido y que el mismo Dios que lo concedió un día exige como demostración de lealtad y fidelidad. ¿Qué pensaría aquel niño cuando sintió la mano del padre alzarse con el puñal para arrancarle la vida? ¿Qué sentiría aquel padre cuando dejó caer el golpe mortal un instante antes de ser detenido por la presencia divina en forma de ángel? ¿Cuántos silencios oculta esta –y otras- historias de la Biblia que bajo la simplicidad del mensaje esconde capas y capas de emociones, miedos, deseos insatisfechos, expectativas, esperanzas y temores? ¿Cuánta ternura, cuánto terror, cuánta admiración, cuánto amor cabe en la relación de un padre con su hijo? La relación de Abraham con su hijo, el sacrificio, el amor incondicional, la frialdad y el calor entre los personajes reflejan, tal vez sin saberlo siquiera el mismo autor, el amor de Dios por el hombre, el amor de padre que tantas veces encierra el terror de perder lo más amado, el misterio y la grandeza de quien es capaz de renunciar a lo más querido… por amor.