Editar tiene algo de alquimia, mucho de oficio y una pizca de magia. Conocí el blog de Elsa hace años porque era una referencia para la LIJ. Sus opiniones me parecieron siempre sugerentes, lúcidas, arriesgadas. Disentí a veces pero siempre tuve la sensación de estar leyendo a alguien que «sabía de lo que hablaba».
La Fundación SM publicó sus «entradas» en forma de libro (como debía ser). Y esto es lo que me encontré. Mucho más que un blog. Un libro. Lo he disfrutado (lo sigo haciendo, lo seguiré haciendo, porque me temo que es un libro de los de re-leer muchas veces). Lo he disfrutado, intuyendo el dolor, el temblor, el respeto con el se editó.
En diálogo. La editora pone las palabras de Elsa a dialogar con escritores como Begoña Oro, David Lozano, Gonzalo Moure, Roberto Santiago, Belén Gopegui, Jordi Sierra i Fabra, Laura Gallego, María Menéndez-Ponte, Rosa Huertas, Agustín Fernández Paz, Care Santos, Alfredo Gómez Cerdá, Jorge Gómez Soto, Daniel Nesquens…Con editores como: Berta Márquez, Paloma Jover, Xohana Bastida, Paloma Ferrer. Con expertos como Victoria Fernández… Y del diálogo surge -de nuevo- la magia. La magia de las palabras compartidas, de la pasión irremediablemente derramada, del compromiso consciente y optimista.
Gracias, gracias, gracias por este libro.
No conocí a Elsa pero me siento conmovido con la lucidez, con la honestidad y sobre todo con la pasión con la que ejerció un oficio que amaba y respetaba hasta el punto de decir tajante: «No te dediques a esto si no sientes verdadera pasión por los libros, por la educación, por los niños…»
Y como colofón me quedo con las palabras de Blanca Calvo, del gremio, del mío… bibliotecaria: «El caminito que (Elsa) ha dejado abierto en la selva es una invitación a seguir avanzando. Para llegar un poco más lejos de lo que ella -siempre sin miedo, siempre dispuesta a aprender de la experiencia- pudo llegar.