Lydia Carreras de Sosa es argentina. Y profesora. En una academia de inglés. Escribe historias todas las mañanas. Al principio escribía “para adultos” pero pronto encontró en la literatura infantil y juvenil el vehículo apropiado para expresar lo que su mirada atenta y analítica le exigía. Dicen de ella que “busca la atención de los jóvenes a través de historias y situaciones de la vida real. Y, en este terreno, reservado solo para una escritora y su lector, establece una relación entrañable, profunda e íntima”. Exactamente eso. Justamente eso ocurre en “Sé que estás allí”. Mucho más que una novela. Una experiencia, un encuentro.
Rosendo Moncadas tiene “voz de pito”. “Había heredado los ojos negros de su abuela libanesa –a quien no conoció- y tenía el pelo oscuro y lacio” Es apuesto. Tiene un gran amigo, Martín Rodríguez, con el que comparte su tiempo y resuelve rompecabezas de dos mil piezas. Y una “enamorada”, Josefina Puntillado, a la que evidentemente también le gusta él pero a la que nunca invitará a salir porque Rosendo Moncadas “tiene voz de pito”. Está acostumbrado a los silencios incómodos, a las risas contenidas, a los comentarios jocosos y hasta a la compasión. Pero no a la violencia soterrada, al acoso permanente, a la crueldad gratuita de Lautaro Rial.
Sé que estás allí es una novela que hay que escuchar:
- Porque no es una historia más sobre el acoso. Porque los límites de la agresión son difusos y la dignidad no entiende de protocolos
- Porque afronta un tema tan “hiriente” como este con honestidad y valentía. Sin simplificaciones. Porque sin justificarlo lo explica. Sin juzgarlo, lo denuncia. Porque es capaz de mirar al MAL a los ojos.
- Porque muchas veces lo peor está oculto a la vista de todos. Porque nadie presta atención a la escena. Porque “a simple vista, no había más que la rudeza propia de los varones. Para sospechar algo, hacía falta que alguien captara el sonido, porque ese diálogo estaba cargado de violencia.”.
Publicado en Heraldo Escolar el 8 de marzo de 2017