Lo esencial es invisible a los ojos. No sé ve bien sino con el corazón.
Eso ocurre con esta novela. Tal vez soporte mejor las miradas desde el corazón que los análisis sesudos. Aunque es cierto que pone encima de la mesa temas candentes (la intimidad, la seguridad, la virtualidad), aunque es una auténtica obra de ingeniería narrativa (de la de contar), sin duda, SIN DUDA, lo mejor de esta historia es su corazón… Y en el corazón están ellos.
- Porque es una historia de AMor con mayúsculas y con minúsculas. Una historia de amor de esas épicas, totales, sin matices, sin límites. Y claro adolescente. Y por eso también en minúsculas. Una historia de pequeños detalles, de mensajes cifrados, de dibujos en cuadernos, de llamadas perdidas…
- Porque está escrita con la habilidad de un cirujano. Porque la autora tiene ese talento raro de indagar con acierto en los sentimientos, de encontrar las palabras certeras y colocarlas de tal forma que son más que palabras.
- Porque en esta historia fragmentada y fragmentaria, el todo es más que la suma de las partes. Una historia de amor, mucha actualidad, muchos muchos libros, música, cine, arte, sensibilidad. Una pizca de misterio. Un puñadito de intriga… y ternura de la buena (de la que pueden leer los chicos sin avergonzarse).
- Porque al final… te sorprendes. Es difícil comenzar una novela. Y mucho más difícil terminarla… bien. Efectiva más que efectista. Redonda más que predecible… La historia se cierra y queda abierta…
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