Una novela acerca de los sueños rotos, de la amistad, el silencio y la soledad. La niña de los caracoles cuenta la historia de Marina… una niña que colecciona caracoles. Es la historia de Hugo… un león pardo en una familia de leones blancos. Es la historia de Herminio un padre perdido por decir lo que piensa.
La niña de los caracoles es un relato pronunciado con ternura. Un largo poema sin rima y con mucho verso suelto. Una invitación a la esperanza desde los ojos “literales” de los niños.
Una novela que nosotros (y nuestros hijos, nuestros alumnos…) deberíamos leer…
- Porque calla más de lo que dice. Porque es importante introducirse en la poética del silencio (de los silencios). Porque lo nuevo siempre crece en los márgenes. En los márgenes de la literatura (donde parece desterrada eternamente la literatura infantil), en los márgenes de la historia (que esconden dramas humanos en nuestra Historia con mayúsculas), en los márgenes de la vida (donde se descubren personajes llenos de valor, capaces de conmover y conmoverse).
- Porque bajo la apariencia de un lenguaje sencillo, contenido… estalla la riqueza de significados encerrados en cada imagen, cada símbolo, cada transición de un lado a otro de la vida de dos niños de posguerra.
- Porque cada capítulo es un relato en sí mismo. Una acuarela, una instantánea que recoge lo vivido con ojos de niño, con alma de poeta y con el bisturí de quien no tiene miedo a abrir heridas. Porque en cada escena uno encuentra los ingredientes necesarios para dibujar una historia más honda, más intensa, más propia.
- Porque nunca es demasiado pronto (es un cuento para leer a partir de los 5 años) para hablar de sentimientos, de silencios, de tesoros, de expectativas, de injusticias, de dolor, de compañía, de amistad, de amor… Porque, a veces, para ponerle nombre a los sentimientos basta con contar… una bella historia.