Ana Alcolea y David Guirao tuvieron el gusto de “conocerse” literariamente hablando con la portada de “El secreto del galeón” que el ilustrador zaragozano construyó con mimo y una lectura atenta y fértil de la novela de la escritora maña.
Desde entonces… se tenían ganas. Y ahora, en la primera incursión de Ana Alcolea en la literatura infantil, han tenido la ocasión de encontrarse de nuevo. Y han saltado chispas, y estrellas, y olas, y bosques y libros, muchos libros.
Miguel es un niño que le tiene miedo a un árbol. Y a las alturas y a la soledad y a los bosques y a la oscuridad. Miguel es un niño que tiene miedo(s) -¿y quién no?-. Buscando a su perro –la amistad y la lealtad es el gran motor de la aventura- acaba en medio de un bosque, perdido. Y emprende un viaje en el País en el que no existe el miedo. Y un elefante amarillo, un pájaro rojo y tres luciérnagas… le acompañan.
Un cuento. Sencillamente un cuento. Pero un cuento que hay que leer…
- Porque enseña a vivir y a pensar con los ojos abiertos. “Miguel creía que si cerraba los ojos, no se le escaparían las ideas”. Se equivocaba.
- Porque es una historia con mucha letra, una historia para vencer al miedo, a los miedos con las palabras. Una primera novela para jóvenes lectores donde las palabras son dibujos que completan las acuarelas.
- Porque las ACUArelas empapan la historia: un lago, las lágrimas de un niño, la lluvia. Y el tridente remolino en la cabeza de Miguel mira al cielo, rebelde y alerta. Y los círculos aparentes y escondidos se deslizan, se enredan, envuelven y ruedan…
- Porque las ilustraciones de Guirao enfocan, aumentan, iluminan las palabras… porque David nos cuenta otro cuento a la sombra amorosa de las palabras de Ana.
- Porque “las palabras que hay en los libros expulsan el miedo de tu cabeza y la llenan de colores. Porque “con las palabras harás volar tu imaginación (…) y no tendrás miedo porque tendrás el poder de las palabras”.