
La poesía NO ES LO DE MENOS
¡Y dicen que las plantas no hablan! ¡Y dicen que la poesía no habla! No es cierto.
La semana pasada ocupábamos este espacio con un libro TOTAL de poesía para niños. Esta semana seguimos hablando de versos, de metáforas, de proyectos que “ponen en su sitio” la poesía.
Dicen que no hablan las plantas. Pero no es cierto. Dicen que los jóvenes no entienden la poesía, que no la disfrutan, que no son capaces de saborearla. Pero no es cierto. Así de claro lo tienen Raquel Lanseros, poeta y profesora de la Universidad de Zaragoza y Fernando Marías, escritor, editor e inventor de conceptos. Y por eso, entre los dos, y con la insustituible (aquí literalmente) colaboración de Raquel Lagartos, han reunido en un libro 52 poemas que atraviesan un año entero.
Las cuatro estaciones, los ciclos de la vida, los días de la semana, los meses del año… El tiempo contenido en un verso. Poetas en español desde los orígenes hasta el siglo XX. Poetas “clásicos” que tienen (aún) mucho que decir (por eso, precisamente, son clásicos). Poetas que según los “editores/compiladores” de este libro representan el susurro de la naturaleza. Porque como bien dicen ellos en el prólogo: “La poesía nos habla.
Y nos contiene y nos concierne y nos relata. Incluso a quienes nunca la han leído”.
Y el hilo conductor es ese: la Naturaleza, “…el amor por el suelo que pisáis, el aire que respiráis, los mares que navegáis, los bosques que recorréis y los animales que os acompañan…”. La naturaleza como símbolo y como reivindicación. La naturaleza que está en las montañas y en el bosque, en las playas y los acantilados. Pero también en las ventanas y los balcones (¡qué bien lo hemos sabido este último año!), en las aves que se posan en el alféizar y en los animales que se acercan a la ciudad cuando esta enmudece: “La naturaleza nos habla.Todo el tiempo, constantemente. En directo. Todos los días. Todos los minutos de todos los días de todos los años”.
Y desde aquí, la propuesta se convierte no sólo en un hermoso libro de poesía sino en un itinerario, en un camino que se ofrece a quienes ya disfrutan de los versos y a quienes aún no se han atrevido a ello. Por eso este es un manual-no manual de poesía. Una antología no antología, una colección no colección. Puede leerse a saltos, por temporadas, eligiendo aquellos que conectan con nuestro estado de ánimo o con el de los jóvenes (receptores privilegiados, siempre de la poesía): “Ahí va la loca soñando” (Rosalía) “Se despertó el mundo, ahora amanece.” (Adela Zamudio). Un libro que invita a los adolescentes a disfrutar, a sentir, a ir más allá, a aprender, de verdad, a mirar: “Hay ojos que miran, -hay ojos que sueñan/ hay ojos que llaman, -hay ojos que esperan/ hay ojos que ríen -risa placentera/ hay ojos que lloran -con llanto de pena,/ unos hacia adentro -otros hacia fuera. (Unamuno)
Un libro lleno de magia, de energía, de pasión. Un libro en el que la selección de los poemas no sigue un orden cronológico ni escolar pero que encierra en sí mismo el orden dentro del caos. Poemas elegidos con sensibilidad y agudeza, con determinación y el temblor de quien sabe que está compartiendo algo frágil, hermoso, efímero, profundo, necesario. Palabras que ayudarán a nuestros jóvenes a decir como la poeta uruguaya: “…siento/ como si fuera a florecer la alfombra” (Delmira Agustini)
52 semanas, horas y horas de versos, de imágenes, de la luminosa compañía de las palabras y las flores. 52 semanas para leer en el aula, en el umbral, en el parque, en el jardín, en el balcón.
Las ilustraciones, metáforas visuales, enigmas, secretos y detalles… van pasando de los verdes brillantes y azules luminosos a los amarillos cegadores y ocres en sombra y rojo fueto y blanco nieve y encierran el mar y las olas, y el sillón, y el pupite y el tronco y la mariposa y la fuente y el pétalo y la girnalda y el mechón y la espiga. Cambiando la luz, el brillo, el tono y el ritmo al compás de los versos y las estaciones. Raquel Lagartos ha hecho una lectura de cada uno de los poemas, los ha paladeado, los ha interiorizado y los acompaña con ilustraciones que son nuevos poemas, que son ventanas, que son extensiones sin límite de los versos que, sin duda, disfrutaremos si dejamos brotar este libro en nuestras manos. No te lo pierdas: regálalo, préstalo, disfrútalo y, si tienes un joven cerca… ofréceselo.