Este libro no es un libro infantil ni juvenil. Al menos no en el sentido estricto. No está escrito por un autor joven ni está pensado para jóvenes. Pero da igual.
Keith Stuart es un periodista especializado en videojuegos. Un experto. Y también es padre de un niño autista. Así que un día decidió escribir un libro, este libro, para explicar cómo había conseguido “llegar” hasta su hijo a través de un videojuego: Minecraft. Este es el punto de partida. Pero este libro es mucho más que eso…
Como él mismo dice… los libros sobre el autismo son o “demasiado instructivos y complacientes y tratan el tema como si fuera un complicado problema de bricolaje” o “parecen manuales de vida hippy y cuando los lees acabas sintiéndote como si el problema lo tuvieras tú desde el principio por ver el autismo como algo negativo”.
Así que Stuart ha escrito una novela, conmovedora, emocionante, sencilla, apasionada y vital, contradictoria y torpe… como la vida misma.
Una novela que todos… deberíamos leer…
- Porque habla de personas, no de enfermedades, no de síndromes, no de problemáticas ni de problemas. Habla de padres e hijos, de temores y rencores, de dudas y certezas (pocas). Porque un niño (con autismo o sin él) es eso, un niño. Nada más. Y nada menos… “un ser humano, independiente de mí. No es un problema que hay que resolver, un borrón en mi planificación ni otro elemento de preocupación en mi lista diaria de cosas por hacer”.
- Porque es una novela de emociones y sentimientos. Una novela que sugiere que tal vez “problemas” como el autismo sean solo “una versión intensa y muy concreta de cómo nos sentimos todos, de las ansiedades que tenemos. La diferencia es que el resto de nosotros lo ocultamos bajo capas de negación”
- Y porque nos pone frente a la zozobra, al misterio, al temor y al temblor de la paternidad, del amor. Porque no tengo un hijo autista pero comparto con el protagonista de esta novela la sensación de sentirse sobrepasado, abrumado, cansado y descontrolado. Ante una rabieta, un accidente, una reacción inesperada que nos coloca al borde del precipicio.
Publicado en 26 de abril de 2017 en Heraldo Escolar: