Hay momentos en que el alma necesita ser acariciada, restaurada, querida. Hay momentos feos en la vida y en la historia. Y sólo la ternura salva. La ternura sin cursilería. La delicadeza sin gazmoñería. Poesía sin melindres.
Eso es lo que promete (y lo que da) Orejas de Mariposa. Una idea feliz (seguro que de una madre lúcida y amorosa): tus orejas despegadas y feas son… orejas de mariposa… como alas que se despliegan, «revolotean sobre la cabeza y pintan de colores las cosas feas».
Un libro para ojear y hojear. Para leer en voz alta, para hacer teatro, para disfrutar…
- Porque explica los defectos como parte de lo que somos, poco a poco, despacio, a su ritmo… Porque sin darnos cuenta nos revela el camino de la aceptación y la imaginación.
- Porque en estos tiempos feos, de primas, de cuentas, de números… necesitamos más que nunca BELLEZA, TERNURA. Y una cierta compasión hacia nosotros mismos. Porque la belleza del cuento está en la descarnada tristeza de los niños que increpan a la protagonista.
- Porque el ritmo, la música de las palabras os envolverá de tal manera que se quedará grabada como aquella canción de aquel spot. Porque os acompañará la cantinela de los niños y las respuestas endecasílabas y rotundas de una niña fantasiosa y feliz.
- Porque un cuento también puede ofrecer un camino alternativo. Porque la literatura es eso: ofrecer alternativas. En la imaginación, en el corazón, en la vida.
- Porque nunca es uno lo suficientemente mayor como para reconciliarse con uno mismo y sus miserias. Porque nunca es uno lo suficientemente niño como para no entender que la fantasía nos salva y nos hace libre porque nos ayuda a aceptar la realidad.