A los que me conocéis y a los que me seguís en este rincón de lecturas… no os sorprenderá que os diga que, a parte de trabajar y precisamente por mi trabajo… LEO. Leo mucho. Forma parte, como digo, de mi profesión pero además… es mi pasión. La vida, los proyectos, las obligaciones, el trabajo (remunerado o no), lo que la Gaite llamaba «hacer recados» me impiden desarrollar con amplitud mis impresiones, mis intuiciones, algún análisis (si es que sirven de algo…)
Leí en el irreverente Contra la lectura de Mikita Brottman que Garfunkel (el de Simon y Garfunkel) llevaba un estricto y profuso diario de sus lecturas con oscuros y desconcertantes fines a juzgar por la lista entre pedante y sobredimensionada que confesaba haber leído.
En mi caso me mueven dos intenciones sencillas, pedestres, prosaicas: HACER MEMORIA (no será la primera vez que compro un título clásico porque no recuerdo haberlo leído hasta abrir sus primeras páginas y descubrir que lo leí con pasión -varias veces tal vez-). y COMPARTIR. Nada más. Y nada menos.
Así que tarde -nunca es tarde si la dicha es buena- pero a su tiempo comienzo -de nuevo este Diario de Lectura Desordenado…
Diario no será, seguro… porque nunca he sido capaz de semejante persistencia y diligencia..
De lecturas más que de lectura porque trataré de recoger todo lo que cae en mis manos, en mis ojos…
y Desordenado porque no soy capaz (por el momento) de hacerlo de otra forma… Así como pueda….
Bienvenidos pues a mi Diario de Lectura Desordenada DLD.