Una joven hispano-alemana acaba en un centro de rehabilitación cerca de Berlín tras una gravísima (y repetida) operación de corazón. Allí encuentra el amor rodeado de misterio, Allí explora el bosque y su propia identidad… Allí conoce la ilusión y el desencanto, la entereza y el miedo.
La edad de la anestesia es de algún modo una novela de iniciación (a la vida, al amor, al dolor) que hay que leer…
- Porque los ojos de Laura abren y suturan la realidad con certeza y asombro, con la perplejidad de quien siente que no encaja del todo y el hambre de encontrar a alguien con quien compartir el miedo. Porque los sentimientos lo son todo cuando una tiene quince años. Porque a todos nos hace falta encontrar un acicate, una ilusión, un misterio.
- Porque merece la pena solo por conocer a Pascal. Un jovencito que en medio del dolor propio es capaz de iluminar la vida de quienes sufren a su lado.
- Porque los jóvenes (y los mayores) necesitamos también novelas que nos hagan pensar, que hablen de soledad, de amistad, de amor, de identidad, de pasado, de futuro… Historias que no tengan miedo de entrar en la mente y el corazón de una adolescente sentada al borde del camino de la vida.
- Porque una historia envuelta en misterio nos engancha, nos atrapa, nos seduce como sólo seduce cierto lado oscuro de los relatos. Porque el bosque representa las dudas, las heridas por cerrar, la incertidumbre… Y en esta novela hay un bosque (¡qué mejor para recordar a nuestra queridísima Ana María Matute!… Si aún no lo han hecho lean esto).
- Porque más que una novela para algunos jóvenes la historia de Laura puede ser un hallazgo, un acontecimiento. Porque invita a la empatía, porque hace sentir, porque estremece pensar que todos somos un poco… de ninguna parte.