Hay libros que no necesitan razones. Si tienes entre 13 y 99 años en algún momento te has sentido como James. Si eres, has sido o sigues siendo adolescente… (todos lo somos y quien lo niega se sobrevalora) habrás sentido la congoja, la desesperanza, el tedio o la confusión como elementos que inundaban tu vida y tu tiempo y te impedían respirar. Si aún conservas la capacidad de sorpresa y cierto aire de estupefacción ante una realidad que (casi) siempre nos supera… Debes leer esta novela…
- Porque te hace sentir único, y raro, y especial, e inadaptado. Porque hace que vuelvas a ser el adolescente torpe, apasionado, lúcido y hambriento que todos hemos sido alguna vez.
- Porque encontrarte con el joven distraído y frágil que fuiste te hace ahondar en lo que eres. Porque aborda las preguntas esenciales (el sentido, el amor, el sexo, la muerte) sin darse importancia, sin pontificar y, por supuesto, sin respuestas…
- Porque lo importante son las preguntas.
- Porque el título, por irónico y por demoledor, te sugiere lo que no es, te esconde la verdad de los 17 años, te oculta los sentimientos y te revela los hechos.
- Porque meterse en la piel de un adolescente, reproducir sus miedos, sentir sus inquietudes, caer en sus silencios, saborear sus fracasos… nos ancla en lo quebradizo de nuestra existencia, nos descubre los pies de barro de nuestras sólidas personalidades.
- Porque no hacen falta razones para descubrir la ternura que encierra lo amargo. Porque la lucidez y la inteligencia nos son tan necesarias como inútiles