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DECÁLOGO para elegir LIJ
In REFLEXIÓN LIJ on marzo 21, 2013 at 11:57 am
QUE SE DEJE LEER. Que sea asequible sin ser fácil, que sea atrayente sin ser tópico, que sea inteligible, que sepa a quién se dirige. Durante un tiempo se creyó que la literatura infantil y juvenil era algo así como una literatura «rebajada», aguada, recortada, simplificada. Lectores, autores, editores y algunos profesores… se indignarían hoy con esa afirmación. El lector juvenil es muy exigente porque no responde a convenciones sociales. Si no le gusta lo que lee, lo dejará (¡bendito derecho del lector!). Pero no se puede olvidar su contexto, ni sus intereses, ni sus anhelos, ni su naturaleza. El escritor que no escribe para el adolescente que aún lleva dentro… fracasará. Siempre puede intentarlo con la literatura de adultos…
- QUE PERMITA APRENDER (a leer). Un joven que lee no es menos lector pero sí es un lector menos experimentado. La LIJ debería ser como los coches de autoescuela. Los autores deberían pisar el freno o el acelerador -o el embrague si nos ponemos complejos- cuando el lector aún no sepa cómo hacerlo.Dar pistas, indicaciones, pero sin olvidar que el que conduce es el lector. Incitar, animar, orientar…
- QUE SEA PUNTO DE PARTIDA, no llegada. Es cierto que basta con un libro que abra la puerta del disfrute para haber cumplido la función propia de la literatura. Un libro se basta a sí mismo. Pero si es puerta mejor. Si es puente aún mejor. Lecturas que llevan a otras lecturas. Libros que hablan de libros. Libros que señalan en nuevas direcciones. Libros que hacen lectores. Libros generosos que descubren de dónde vienen e indican a dónde van.
- QUE ESTÉ BIEN ESCRITO. Ya conté en otro lugar la anécdota PENNAC… Al menos que estén bien escritos. Los libros que ofrecemos a nuestros alumnos se convertirán en modelos de lengua para el futuro (modelos tanto más importantes cuanto mayor haya sido el impacto afectivo en ellos). Serán un referente. Un primer amor. Un mal primer amor conduce sin duda a cierta torpeza emocional. Un gran primer amor nos hace exigentes buscando siempre esa mirada, ese sentimiento, esas mariposas en el estómago.
- QUE TENGA VALORES. No se lo pediría a mi novela de playa, ni al best-seller del viaje en tren. No se lo exijo alos clásicos siquiera. Pero sí a los libros que ofrezco a mis alumnos. Baudelaire tiene su momento y su indiscutible lugar social. Pero reivindico desde la escuela el valor de lo bueno, lo bello, lo verdadero. También en la LIJ. Sin moralinas. Pero sin complejos.
- QUE OFREZCA… LO NUEVO. Muchos autores trabajan hoy con denuedo para ofrecer una literatura infantil y juvenil de calidad. No se puede dar la espalda a las novedades por el hecho de serlo ni caer en la vorágine irreflexiva de las modas. Los «nuevos clásicos» aparecen por doquier, ilustrados o en sagas fantásticas. Hay que estar alerta, y leer, y escuchar, y buscar y ofrecer… hasta acertar.
- … Y LO VIEJO. Ni todos los clásicos son inaccesibles ni todos los best-seller juveniles son «fáciles» para todos los alumnos. Enseñar a leer literatura (más que enseñar literatura) implica acercar a los lectroes a los clásicos, con pasión, con optimismo. Con la convicción de que una obra es un clásico porque soporta infinitas relecturas. Sólo esperan el lector adecuado.
- QUE NO RECHAZE NINGÚN GÉNERO… Novela, comic, manga, fanzine,… Los géneros más nobles de hoy fueron rechazados ayer (por vanales y poco edificantes casi siempre basta recordar El Quijote). Estar abiertos a los intereses de nuestros alumnos y tenderles puentes hacia lecturas diversas, más complejas, más variadas… La lectura es un viaje. Cuantos más lugares se visitan más abierta nuestra mirada y nuestra mente.
- …NI SOPORTE. Sin entrar en debates, sin prejuicios. Se trata, en primer lugar, de que nuestros alumnos lean. Sin embargo el soporte limita y condiciona a veces la forma en que leemos. Hemos de navegar CON ellos si queremos aprovechar todos los soportes para hacer de la lectura un eje en su construcción como personas.
- (y para nota) QUE INVITE A ESCRIBIR. Todo escritor es un lector. Si tuviera que renunciar a una de las dos cosas… dejaría la escritura, sin duda. Pero no he de hacerlo. De hecho son los mismos libros los que me llevan a la pluma o al teclado. Las ideas de otros alumbran ideas propias, sus palabras están preñadas de mis palabras.
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