Hay novelas que merecen ser recomendadas. Hay novelas que merecen llegar a las manos de los lectores más exigentes: los jóvenes. Hay novelas que merecen premio. Ésta lo tiene. El Gran Angular 2015. Lo merece.
Patricia García-Rojo es una autora con oficio. Conoce bien la materia prima: las palabras, los personajes, el misterio, las aventuras, los resortes. Y conoce MUY bien a sus lectores: jóvenes, exigentes, apasionados, enamorados, hambrientos de aventuras, complejos y sencillos.
El mar comienza dibujando un mundo nuevo surgido de la voracidad de las aguas. El mar podría ser una distopía más. Pero va más lejos.
Rob(erto Vega) es un superviviente. Sin dramas. Sin sueños atormentados. Rob ha sobrevivido en los tejados construyendo una vida sencilla de lobo de mar, reuniendo una familia a su alrededor en el calor de los domingos en la terraza de su mentor Gabriel.
Rob cuenta su historia porque no tiene más remedio. Porque es una historia digna de ser contada -digna de ser leída, también-. Rob (te) cuenta su historia porque es consciente de la importancia de la magia en su vida.
El mar es un canto a la vida sencilla. Al protagonista le gusta «pensar caminos fáciles para la felicidad». No entiende el valor de una vida complicada. Es simplemente «un ser humano enamorado del mundo durmiendo en un tejado». El mar es un relato mágico que surge de las vidas cotidianas de gente corriente. Gente corriente que se enamora y que sufre, que comparte y se compromete, que se hacen favores, que se hacen felices, que sobreviven, que viven.
El mar es también una historia de amor. Un amor torpe y adolescente (también el de los adultos lo es, torpe digo). Un amor en silencio, lleno de miedos e inseguridades pero también descomplicado. Un amor de primeros besos y pellizcos cómplices. Un amor de tejados y alta mar.
Y además El mar es una caza del tesoro, una aventura, una sucesión de acontecimientos que arrastran a sus protagonistas. Una intriga con periodistas sin escrúpulos, chicas en bikini, canallas no tan malos, mujeres fuertes y frágiles a un tiempo. El mar es una novela para leer aguantando la respiración, sin aliento. Como una inmersión bajo las aguas, con los ojos -y el corazón- bien abiertos, dejándose empapar por el paisaje fantasmagórico de un mundo sumergido bajo el mar.
Pero es que además El mar está bien escrita. Sin pretensiones, sin imposturas, sin trampas, sin pedantería. Como a Greg, el anticuario, me pasa que… «a veces enfurezco leyendo tantas tonterías juntas… ¡oh, la pedantería! ¡Huye siempre de la pedantería! Por eso me gusta El mar. No intenta imitar el lenguaje de los jóvenes y sin embargo captura sus voces más auténticas. No pretende ser «culta o elitista». A cambio las referencias literarias salpican el texto con naturalidad. Espronceda, Bécquer, Austen, Sabines, Salinas, los mosqueteros, Víctor Hugo… hacen eco ( y reflejo) a los Tiburones, Mamá Medusa, Gino, El Pulpo de Tres Patas, los ingenieros, los anticuarios… Y todos juntos construyen un universo en el que brota la magia y le da sentido, complementa, adereza unas vidas llenas de una intensa sencillez.
Una novela para jóvenes y no tan jóvenes. Una novela para amar la literatura… y el mar.
[…] Y si quieres saber más puedes leer la reseña en Apalabrazos. […]
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