Es un placer inesperado descubrir que autores por los que uno ya siente cierta admiración han explorado otros registros, otros géneros… Conocía la obra de Nando López como dramaturgo y como autor juvenil, admiro su prosa cuidada y su capacidad para asomarse al alma adolescente sin evitar el abismo, la oscuridad o el temblor de la soledad y el miedo. Preparando una actividad me encontré con El reino de las tres lunas. Fantasía. De la buena. Una peculiar distopía. Un cuento. Para empezar se agredece, y sorprende a partes iguales, la capacidad de contar una historia «épica», simbólica, atávica y mágica en apenas 200 páginas. No toda la literatura fantástica necesita páginas y páginas para generar un mundo verosímil en el que nos sumerjamos aceptando como propia su naturaleza. Y por otro lado… ¡qué necesario! ¡qué valiente! plantear una historia en la que la música, la poesía, la belleza sea desterrada. Una obra con ecos clásicos, con personajes shakespirianos y atmósferas que no desmerecen sus lejanas raíces de Tolkien o Lewis…
Una historia humilde, sencilla. Como un poema. Una novela con capas y lecturas diversas. El reino de las tres lunas es una metáfora, un verso suelto en medio de tanta palabra sin música y sin corazón.