Jennifer L Holm es una escritora LIJ. Escribe para niños y jóvenes. Lo hace conscientemente y lo hace muy bien. Reconocida con la Mención Newbery maneja con maestría el lenguaje, las imágenes, el ritmo y la construcción de unos personajes que envueltos a veces por la magia son reales en sus emociones, en su perplejidad ante el mundo.
El pez número catorce es una novela de iniciación. Una niña aterriza en el instituto con la torpeza, el miedo y el desencanto propios del final de la infancia. Pero no lo hace sola.
Ellie es nieta de Melvin Sagarsky, un atípico científico que ha dedicado su vida a investigar (y tratar de evitar) el envejecimiento –la senescencia- y por lo visto lo ha conseguido.
Un anciano adolescente, un joven gótico, una examiga, una madre excéntrica profesora de teatro, un padre ausente pero lleno de ternura… y un pez de colores, bueno catorce.
Y en medio de todo esto una niña curiosa que siente que no encaja. El callado dolor de no encontrar tu sitio. Las ganas de vivir, de comerse el mundo y la búsqueda incesante de sentido.. “Me dicen siempre que tengo que encontrar mi pasión. Concretamente, les gustaría que me apasionara el teatro. Pero no es así. A veces me pregunto si nací en la familia equivocada”. Pero en lugar de regodearse en la confusión, en el malestar, en el vértigo de hacerse mayor sin entenderlo todo… Ellie (y su novela) está llena de alegría, de curiosidad, de gratitud por el cariño recibido, de estupor ante la realidad, de una mirada diferente y sin prejuicios…
El pez número catorce es una novela de humor y ciencia. O de amor y ciencia. Que al cabo son lo mismo, tal vez. Con la idea de “ponerse en tus zapatos” nieta y abuelo exploran la vida, la diseccionan, la observan como científicos en un laboratorio… “Todos los científicos están un poco locos (…) La gente corriente suele rendirse ante los obstáculos con los que se topa en el día a día. Los científicos fracasamos una vez y otra y otra. En ocasiones durante toda nuestra vida. Pero no nos damos por vencidos, porque queremos resolver el puzle.” Y de ahí nace lo mejor de esta historia. La fe infinita en el ser humano, la esperanza, la confianza en que el futuro –sea cual sea- siempre traerá algo bueno. De ahí brota la convicción de que lo “mejor está por llegar” y de que lo mejor es siempre “posible”: “Un científico nunca se rinde. Sigue intentándolo porque cree en lo posible”.
La novela se abre con una cita de Galileo: “A un hombre no se le puede enseñar nada; solo se puede ayudar a descubrirlo por sí mismo”.
Y eso hace… en una aventura que nos lleva por cubos de basura, mapaches, comida china, burritos y perritos calientes y la noche de Halloween. Y nos habla de la amistad, la vejez, la curiosidad, el dolor, la muerte…
De fondo un puñado de científicos que cambiaron el mundo Salk, Oppenheimer, Galileo, M. Curie. Y una pregunta: “¿Tan terrible es hacerse mayor, hacerse viejo? ¿Tan terrible es la vida?
Y sobre las preguntas, más preguntas en lugar de certezas. Y una niña valiente que no espera saberlo todo solo ser capaz de vivir cada instante y que “..en un momento dado se pregunta si alguien entiende la vida cuando la está viviendo”. Menudo cóctel ¿no?