Cuando el curso pasado leí en el aula a mis alumnos de Bachiller las primeras páginas de Mejor Manolo la clase comenzó con sonrisas de complicidad algo nostálgicas (¡cuánta nostalgia les cabe a nuestros adolescentes!) y terminó con carcajadas a mandíbula batiente…
Después lo leí yo mismo en verano (como el tinto…) con la misma nostalgia (más, seguramente) y un cierto temor. Ver a Manolito convertirse en adolescente me provocaba una mezcla de escepticismo, extrañeza y curiosidad. Que el niño inocente y socarrón, celibriti sin discusión del barrio de Carabanchel, de sus parques y de su escuela… hubiera crecido hasta convertirse en un saco de hormonas con patas o (aún peor) hasta transformar en cisne al entrañable patito feo que había acompañado mi propia infancia… me daba pavor. Lee el resto de esta entrada »