Pepe Trivez

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Lilo de Inés Garland. Premio Ala Delta 2019

In LIJ, RECOMENDACIÓN LIJ on julio 1, 2019 at 1:24 pm

De niños y de perros. Dicen que el maestro del suspense Alfred Hitchcock dejo dicho aquello de: “No hagas nunca una película con perros ni con niños ni con Charles Laughton”. Supongo que es un “lugar común” como otro cualquiera. Y estoy seguro de que no afecta a la literatura.

En esta novela infantil, ganadora del XXX Premio Ala Delta de Edelvives la autora argentina Inés Garland hace caso omiso al director británico y plantea una historia en la que la “mirada” (el olfato, mejor) de un perro (Lilo) es capaz de ver más allá que los humanos que rodean a su pequeña dueña Emi que anda sufriendo y que ni “aullando” sería capaz de expresar su dolor.

Lilo es un perro ovejero alemán, mestizo, abandonado y recogido. Un perro con complejo de patitas cortas que se oculta ante la perrita Muriel para no quedar avergonzado. Pero Lilo es también un perro con un gran olfato y con un gran… corazón. El olor a levadura y a limón que se desprende de la niña Emi le hace embarcarse en una aventura para “sanarla”, para hacerla oler a chocolate y felicidad. 

Los perros huelen el miedo, y la tristeza. Los perros ladran y enseñan los dientes cuando tienen miedo. Los perros “sienten” y gracias a sus sentidos ven lo que los humanos no vemos. Los niños lloran encerrados en su cuarto, encerrados en su silencio cuando el dolor llega a través de las pantallas anónimas y crueles. “El miedo tiene olor a levadura. Los perros lo sabemos. El miedo te hace sentir que lo que te da miedo es enorme y vos sos chiquito, y la manera de no sentirte chiquito es enfadarte mucho, porque enfadado pareces más grande”.

Lilo convencerá a sus amigos Lio, Armando y sobre todo Olivertwist para investigar quién está detrás de los mensajes del telefonito que tanto hacen sufrir a Emi. Quién y por qué. Una galería de personajes, caninos y humanos que nos roban el corazón y nos mantienen en vilo hasta el final de la novela:

Olivertwist un perro callejero abandonado tras la muerte de su dueño, un bibliotecario enamorado de una legendaria aviadora. Olivertwist… un perro sueltado. “Suelto, solo, huérfano, separado, carente, desprovisto de dueño, de dueña, de novia, de mujer o hijos. Soltero. Libre. Libre como… Libre como… Libre como…”. El perro de un bibliotecario. 

Y la gata Berenice (como la de la poeta Olga Orozco), una gata celosa y traicionera que se dejara seducir por los versos y que al final será capaz de colaborar, incluso, con los perros…

Y los abuelos de Emi. Ava y Héctor. Dos persona(je)s que te encogen el alma, que te rozan el espíritu y te hacen sentir la ternura y el amor incondicional, torpe, auténtico, real de aquellos que nos quieren, que sufren cuando sufrimos y que sin embargo esperan… que están ahí… Con su amor, con su presencia… Ava con su voz… “Una voz que te envuelve como una manta en invierno y te da calor, y te dan ganas de que te siga hablando porque es como una cama blandita, un rincón tibio donde hacerte un ovillo y dormirte porque sabes que nunca vas a correr peligro mientras esa voz esté cerca.” Héctor con su mesura… “El abuelo Héctor es contagioso. Como él es concentrado y tranquilo, los que se acercan se contagian. También cuenta unos cuentos muy buenos que no se terminan nunca”.

Y en el otro lado una niña distinta, una niña que llora la pérdida de su madre y la ausencia de su padre. Kai. Una chica que sufre mucho, y hace daño a Emi… una chica que “…es un misterio. Sufre mucho. Es oscura tenebrosa, lóbrega, sombría, tormentosa, huracanada”.

Perros que huelen el miedo. Niños que viven, crecen, sienten, sufren, se arrepienten, ríen… junto a sus abuelos. Una historia de niños, perros y abuelos.  Una historia sencilla y hermosa. Donde las palabras (y los olores) esconden aprendizajes y belleza. Donde se mira al dolor de frente y se buscan salidas… donde los niños y las niñas descubrirán que… “-Es horrible estar enfadada. -Estar triste también.”

PD: Aunque están «fuera de concurso»… las ilustraciones de Maite Mutuberria… iluminan el texto. A dos tintas la mayor parte de ellas… salpican de color y de luz (de lucidez más bien) la historia de Inés Garland. Crean metáforas (las sombras del parque, las mariposas que escapan de un vestido, las grietas de una pared), ponen voz, dan aroma a las palabras que ya de por sí estaban llenas de magia… Un acierto, sin duda.

¿POR QUÉ LEER El jardín de la memoria de Lea Vélez?

In ¿POR QUÉ LEER...?, Estoy leyendo... on agosto 13, 2015 at 11:08 am
El-jardín-de-la-memoria-630x350Una mujer, una madre prepara, siembra, cultiva y riega un jardín. Un jardín de recuerdos y memoria. Un jardín de secretos -entre otros el secreto de la felicidad y del amor verdadero-. Una mujer se despide de su amado sentada a su lado, compartiendo la risa, el amor, un proyecto.
El jardín del memoria tiene algo de la mirada conmovida de Soldados de Salamina, tiene mucho de la necesidad de contar de La escritura o la vida y comparte la radical necesidad de vivir ante la muerte… de El hombre en busca de sentido.
Pero El jardín de la memoria no es una novela que leer por el valor de sus referencias literarias… Uno no debe perderse un libro como éste…
  • Porque nos hace falta VERDAD. Nos hace falta dejar el pudor a un lado y escuchar -o leer- la verdad desnuda. La que anda en zapatillas de andar por casa. La que habla de lo cotidiano. La que sabe que en lo cotidiano se encierra lo inefable. La que prepara la muerte. La que comparte el AMOR.
  • Porque necesitamos que nos recuerden que la vida solo sucede una vez. Esta vida. Que por eso “cada minuto cuenta. Una hora es importante”. Porque necesitamos respirar cada angustia, cada contratiempo, cada mazazo que la vida se empeña a asestarnos. Porque necesitamos apurar las emociones sin regodearnos en ellas.
  • Porque nos da ganas de reír, de sentir, de amar, de vivir intensamente. Porque nos provoca una especie de tristeza feliz, de nostalgia sin autocompasión, de memoria presente. Porque necesitamos sentir sin sucedáneos.
  • Porque es una novela tejida con el material de los sueños y la vida. Porque todo es verdad. Lo recreado tanto como lo literal. Porque a cada página nos damos cuenta de que la(s) historia(s) que se cuenta es también nuestra historia.
  • Y porque además… está bien escrita. Porque el pulso narrativo es la vida misma. Porque la voz de Lea es auténtica. Porque el relato fluye y envuelve. Porque las palabras son las justas. Porque no se pierde en retórica pero no renuncia a la poesía. Porque la vida ha construido LITERATURA con mayúsculas.
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