De vez en cuando – más tarde que pronto- aparece uno de esos libros «juveniles» que se recomienda a los adultos. Una de esas novelas que recoge esa época terrible y esencial de todo ser humano que es la adolescencia.
Si a las buenas críticas, a las campañas de márquetin, y a una edición cuidadísima se le añade el paisaje de una ciudad como Nueva York, la comparación inevitable con un clásico del malditismo juvenil como El guardián entre el centeno y una cita/invitación del mismísimo J. D. Sallinger… el éxito parece asegurado.
El libro de Cameron no es un libro PARA adolescentes, ni una novela SOBRE adolescentes. El relato de Cameron es una metáfora, un símbolo, expresión de la adolescencia misma. Hoy que tanto se habla de LIJ, hoy que incluso económicamente los jóvenes y niños andan salvando mercados editoriales… se agradecen obras sinceras, honestas, auténticas como ésta. Novelas que no pretenden «dirigirse» a los jóvenes pero que escribiendo de sus angustias y esperanzas se hacen más cercanas que muchos de los experimentos comerciales que tienen un triunfo sólo eso: comercial.