Pepe Trivez

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Referentes

In ¿POR QUÉ LEER...?, de escuela, LIJ, RECOMENDACIÓN LIJ on noviembre 17, 2021 at 8:57 pm

Hoy en Heraldo de Aragón he publicado este pequeño artículo con motivo de la aparición del último libro de relatos de Nando López. Creo firmemente en la importancia de una literatura juvenil de calidad que muestre a los jóvenes TODOS los modelos. Una literatura que de voz a los que no la tienen, que ilumine las zonas oscuras y saque del silencio a los que sufren porque aún no han sido re-conocidos.

“Referentes”

Nando López, un autor imprescindible en “Juvenil” publica su nuevo libro de relatos “Presente imperfecto”

Comenzaré con una confesión: Algunos de mis antiguos alumnos LGTBI cuando la vida nos ha vuelto a cruzar “fuera” del centro escolar me han confiado que nunca, en ningún momento, ni siquiera en las jornadas de educación afectivo-sexual, ni en los planes lectores que con tanto cuidado les proponíamos, nunca… se han sentido identificados, mirados, reconocidos. Y uno que piensa que la educación debería ser justamente eso, re-conocer al otro, reconocer su identidad, ayudarle a tomar decisiones, acompañar, abrir puertas, ventanas… y armarios… no puede dejar de sentir una punzada de tristeza por no haber sido capaz de ofrecer algo tan importante, tan al alcance de “casi” todos, tan necesario: referentes.

Eso es lo que lleva haciendo Nando López en esta última década de propuestas literarias que van desde las adaptaciones teatrales a la más militante de las novelas juveniles. Porque Nando López es como escritor -y no solo- precisamente eso: militante. O, como le oí hace ya muchos años al sociólogo vasco Imanol Zubero: civitante. 

Esta semana publica su énesima obra narrativa: Presente Imperfecto. No es narrativa juvenil. No está específicamente dirigida a los adolescentes pero forma parte de un hilo conductor de toda su obra que es especialmente necesario en nuestras aulas: REFERENTES.

La obra de Nando abarca novelas y obras teatrales “realistas” como Malditos 16 o La edad de la ira o Nadie nos oye, novelas de “aventuras” juveniles como Los nombres del fuego, thrillers trepidantes como La versión de Erik o En las redes del miedo y hasta fantasías distópicas como la reciente trilogía El don de Ariadna

En cada título, en cada historia, encontramos personajes, personas, arquetipos que no son solo eso, sino sobre todo modelos, imágenes, espejos donde cualquier adolescente puede buscar su reflejo, sea cual sea su identidad. Abril, Laia, Joel, Eric, Iris, Mikel, Nelson… jóvenes que conocemos todos aquellos que compartimos aulas hiperventiladas con adolescentes hiperestimulados… pero también Julio, Elías, Álvaro, Olga, Lucía…, adultos que tratan de vivir sus vidas con la mayor de las honestidades posible, con sus más y sus menos, con sus luces y sus sombras, con sus altas aspiraciones y sus miserias. Como cualquier adolescente. Como cualquier ser humano. Porque de eso “trata” la literatura de Nando. De seres humanos que tejen historias, relaciones, destinos. De seres humanos que viven su vida libre, valiente, apasionadamente. 

La literatura tiene una responsabilidad como “modelo”, como reflejo y como propuesta. La literatura -juvenil o no, dónde está la frontera- juega un papel importantísimo en la construcción de la propia identidad. Y por eso cada novela, cada obra de teatro, cada relato de Nando supone una buena noticia y un regalo para tantos y tantos jóvenes que necesitan simplemente eso: referentes.

La versión de Eric. De Nando López. Premio Gran Angular 2020

In ¿POR QUÉ LEER...?, LIJ, RECOMENDACIÓN LIJ on mayo 24, 2020 at 8:15 pm

Un joven entra en una comisaría de madrugada para inculparse de un crimen. Eric tiene 20 años y ha triunfado como actor en la última serie de éxito. Todo amenaza con derrumbarse a su alrededor con esta decisión pero él permanece tranquilo. Mientras a su alrededor, su representante, la  policía y una mediática abogada tratan de ordenar y dar sentido a los acontecimientos en su interior Eric nos va contando (se va contando) su versión. Los momentos, las razones, las casualidades, los hechos que le han llevado hasta esta madrugada en la que su vida parece acabarse. O tal vez, recomenzar. 

Eric es un joven trans. También ha sido y es un niño (joven ahora) con altas capacidades. Su biografía, sus recuerdos, las ausencias y las heridas, las decisiones y sus consecuencias han estado inevitablemente unidas a quien es. 

Y sin embargo, esta no es una novela sobre la identidad. O mejor no lo es sobre el tópico, el cliché, la reducción de las personas trans a su “proceso de cambio”: el morbo y la compasión paternalista a partes iguales, la tolerancia (cómo si hubiera algo que tolerar). No es una novela para “explicar” nada, ni para “justificar” nada. 

Más bien es una novela sobre la necesidad de “poner nombre” de “ponerse nombre”. La fuerza de las palabras, su poder transformador, conformador de la realidad. La necesidad de encontrar “el verdadero nombre de las cosas”, esfuerzo que no cambia la realidad pero sí la hace asumible, abarcable, asimilable. 

De toda historia hay diferentes versiones. La realidad es caleidoscópica y la mirada que la observa transforma lo ocurrido, lo vivido, lo sentido. Por eso en esta novela los personajes viven su propia evolución, la aceptación (o no) de su pasado, el dolor, el rencor, el miedo… de maneras diferentes. Cada una, única e intransferible. Como todo lo auténtico. 

Los personajes de Nando son siempre auténticos: personajes “encarnados”. Son algo (mucho) más que una construcción necesaria para el relato. Son seres autónomos que van dando forma a su propia voz a la largo de novela. Personajes inspirados, habitados, por historias reales en las que el dolor y la luz, la euforia y la pasión, la irrefrenable, la arrolladora fuerza de la vida se impone siempre, con honestidad, sin trampas.

La novela es un thriller. Un thriller juvenil intimista (la denominación es del propio Nando). Y por eso nos atrapa, nos lleva y nos trae, nos envuelve en un vertiginoso recorrido que incluye (más bien se constituye de) saltos al pasado necesarios porque el pasado nos explica, nos construye, nos hace ser lo que somos. La narración mantiene en todo momento la tensión necesaria. Es rápida e intensa. Se acelera por momentos mientras mantiene ocultas algunas claves necesarias para entender lo ocurrido. Juega con el tiempo. Un tiempo que se alarga en la espera de una sala de espera en comisaría, que se precipita en el instante justo de un accidente, un arrebato, un impulso. Y además encara otros temas como el éxito, el triunfo y el fracaso. La banalidad de las relaciones y su hondura. La necesidad de afecto. El sentido de amistad. La aceptación y el rechazo. La diferencia y el acoso. La venganza. No elude siquiera (porque forma parte de la trama y porque forma parte de la realidad adolescente) la sensación de vacío, el sinsentido de la vida, el impulso de dejarse ir y quitarse la vida. Todo ello contado desde las entrañas. A frases cortas y contundentes. Erráticas a veces. Sinceras siempre. Todo ello contado desde la mirada de un joven que trata de hacer lo correcto, de asumir sus actos, su pasado y, sobre todo, de encajar cada pieza y seguir viviendo.

«En las redes del miedo» de Nando López

In ¿POR QUÉ LEER...?, LIJ, RECOMENDACIÓN LIJ on mayo 9, 2019 at 1:37 pm

La versión corta: Un grupo de jóvenes en su último año de instituto. Dos vidas que se cruzan en las redes y fuera de ellas. Dos mundos comunicados por hagstag y clics. La vida “real” fuera y dentro de la Red. La incapacidad de comunicarse. El aislamiento, la soledad. Dos jóvenes que cargan con una tragedia a sus espaldas y que tratan de vencer a sus fantasmas, de superar sus miedos… Un incendio. Dos víctimas (o tal vez muchas más). Un montón de preguntas y una noche por delante.

La versión “extendida”: En las redes del miedo es una novela compleja: una red de referencias, canciones, temas, obsesiones, emociones, intuiciones y preplejidades tejida en torno a la vida de un puñado de adolescentes cualquiera. Un puñado de jóvenes que cargan ya con una mochila emocional pesada, sucia, desordenada. Un puñado de jóvenes que empiezan a vivir sin olvidar que YA han vivido, que YA están viviendo.

La vida entre paréntesis. La adolescencia como ese período de la vida en el que cuenta tanto lo que se dice como lo que no se dice. Lo que queda entre paréntesis. Lo que se esconde entre líneas. La adolescencia como ese período de la vida que se construye en los vacíos que deja el tiempo, los estudios, los tópicos y los prejuicios. La adolescencia como ese momento que nos construye, nos determina, nos delimita.

La novela reconstruye la noche en que Laia y sus amigos recorren las calles de su barrio en busca de de Joel y Dani. Un incendio en su instituto ha disparado todas las alarmas, la búsqueda de sus amigos se convierte en el motor de una historia que avanza en vías paralelas. Un viaje en la noche… Una noche para corregir lo incorregible. Una noche para expiar los pecados. Una noche para encontrar la verdad. Como Max Estrella y Don Latino en Luces de Bohemia.

Las referencias literarias son una clave (y una llave y una puerta) en la novela. El guardián entre el centeno. Por el camino de Swann. Sallinger y Proust. Pero también otras menos “canónicas” y quizá subconsciente o simplemente casuales: Me recordó al clásico de la literatura del maestro Sierra i Fabra Campos de fresas: Un grupo de adolescentes buscando al camello que ha vendido una pastilla de extasis que ha dejado en coma a su amiga mientras ella se debate entre la vida y la muerte. Y por supuesto la búsqueda del héroe. Telémaco (citado en la novela), Ulises tratando de “volver a casa”… El padre ausente (el de Dani) o peor aún el padre derribado del pedestal, de la idealización infantil (de Joel)…

La música juega un papel protagonista también. Vetusta Morla, Muse, … La música como lenguaje, como código, como lugar de encuentro. Mensajes en una botella que los protagonistas arrojan a un mar virtual esperando que caigan en las “redes” adecuadas (y deseadas).

La literatura de Nando es militante, civitante. Una literatura que toma partido. No siempre fue así en la Literatura Juvenil. Y quizá en algunas de sus novelas su “beligerancia” llamara la atención (¡qué falta hacía y hace que llame la atención! ¡qué necesario que algún día no sea necesario!). Ahora está integrada, forma parte de la construcción de personajes, de su mirada sobre el mundo, de su denuncia serena pero firme de lo que no está bien, de lo que aún no está bien.

Trabajo en un cole desde hace 20 años y conozco Laia, a Joel, a Iris y Mikel y Nelson. A Bea y Dani. A Aaron. Son personajes “reales” porque representan historias reales… Y nos cuestionan y nos interpelan y nos recuerdan que no todo fue siempre fácil, que sigue sin serlo.

Y conozco los miedos. Las redes del miedo. La red de mentiras “que justificamos con buenas intenciones -para no preocupar, para no hacer daño, para no causar males mayores…- y que, en realidad, lo único que han conseguido es aislarnos”.

Nando escarba en las sombras, en el lado oscuro de sus personajes -intuyo que también en el suyo propio-. Sin juzgarlos. Con una mirada desprejuiciada pero incisiva. Queriendo saber. Buscando entender. Con la reverencia y el respeto de quien se sabe testigo de algo íntimo, frágil, auténtico: el alma de los adolescentes.

Y lo hace sin ocultar nada, sin evitar lo que nos incomoda, lo que nos duele, afrontando el sufrimiento, la violencia, el drama que a veces envuelve a los jóvenes: “Un Columbine. Un asesinato como el de aquel tío que se cargó a su padre reventándole la cabeza con una máquina de escribir. O un tiroteo tan atroz como el de Florida”… Un guiño a La edad de la Ira… La ficción y la realidad cruzándose sin hacer distinciones.

En las redes del miedo es un tratado de emociones, de miedos, de secretos, de angustia y de silencios. Pero también de amistad, de esperanza, de ganas de seguir adelante, de certezas (conquistadas a golpes a veces), de comienzos y de oportunidades… Sin clichés, sin tópicos, sin simplificaciones, sin atajos.

En palabras de Laia. “No existen. No hay atajos. Y si los hay, no llevan a ningún lugar que merezca la pena.”.

«Nadie nos oye» de Nando López.

In ¿POR QUÉ LEER...?, LIJ, RECOMENDACIÓN LIJ on octubre 28, 2018 at 7:37 pm

No sé si esta reseña va dirigida a los adolescentes potenciales lectores de la novela o a todos los que de una manera o de otra nos asomamos a las vidas de esos jóvenes y nos convertimos en puente, ventana, puerta o muro, zancadilla, peso o presión. En palabras y/o en silencios. Seguramente a ambos.

Nando López ha vuelto a hacerlo. Ha vuelto a capturar en palabras el alma atormentada, efervescente, hambrienta y apasionada del adolescente que todos fuimos, que todos somos un poco (o un mucho) aún.

Nadie nos oye es una historia de imágenes y silencios: la materia prima de nuestras vidas que nos construye (o nos destruye inevitable, definitivamente, o temporalmente que, a veces, puede ser lo mismo).

Un joven deportista muere a golpes tras perder el partido más importante de su juvenil y prometedora carrera deportiva. Una psicóloga anegada por la culpa y las heridas de fracasos anteriores y un joven tímido que mira, observa, guarda silencio y trata de crecer en medio del odio y los estereotipos… tratan de reconstruir los hechos que han llevado al fatal desenlace. Para que se haga justicia con la joven vida arrebatada y para entender sus propias vidas y contradicciones. Lee el resto de esta entrada »

«Leer a los clásicos» De la LIJ a los clásicos; de los clásicos a la LIJ

In LIJ, REFLEXIÓN LIJ on octubre 30, 2017 at 10:39 am

La semana pasada invitamos a tres autores LIJ, tres «grandes» de la Literatura para los más jóvenes, a hablarles a nuestros alumnos de la importancia de «leer a los clásicos». Ana Alcolea, Fernando J. López y David Lozano nos contaron de dónde vienen las historias, cómo nacen, crecen (y mueren) los personajes, cómo es su proceso creativo y cuánto ha tenido que ver con sus lecturas (de clásicos o no).  El equipaje -como decía David- que uno lleva cuando se pone a escribir sale sin querer.

El viaje como eje vertebrador de historias está presente en sus novelas y se remonta a Ulises. El dolor, la incomprensión, el deseo de ser uno mismo, la libertad… que nacen de obras como Hamlet y La vida es sueño… aparecen después en La edad de la ira o en Malditos 16 (Nando López).  Ana Alcolea nos habló del Quijote como nunca nos habían hablado. Don Alonso Quijano quiere ser un caballero de papel, un caballero de novela, un héroe clásico que no quiere sangre y batallas sino adjetivos y tinta. La misma Ana se oculta tras Carlota en sus novelas para ser una «narradora» de cuento. Pura magia. David reinvidicó el valor de clásicos como Stephen King o Lovecraft, la importancia de los «ambientes», de las «atmósferas» que envuelven las historias que nos impactan y, que tal vez, nos cambien la vida.

Aquí la presentación que utilizamos para hablar de «clásicos» con 100 alumnos de 15 años…

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