Una reflexión acerca de la función y el diseño de Bibliotecas Escolares. Pepe Trivez. Bibliotecario escolar
¡He tenido una idea! ¡He tenido una re-velación! Ese pasillo, ese almacén, ese cuarto de material que ya no se usa… Con unas estanterías BILLIET, una cómoda STAJÖO, unos cojines CAMELINGK, y unos cuantos tableros FRIÖLENT… ¡Vayamos a IQEA! ¡Hagamos una Biblioteca!
Algo se mueve en el mundo de la educación. Quizá se mueven muchas cosas. Quizá demasiadas… Gurús, nuevas metodologías, viejas rencillas, resquemores, enfrentamientos irreconciliables, bancos, ideologías, padres, profesores… Demasiados intereses, demasiados objetivos, demasiados estándares, criterios (¿criterios?), secuencias y proyectos…
La “innovación”, el tsunami de las nuevas tecnologías, la mercadotecnia y la publicidad han llegado también a la lectura y las bibliotecas (escolares y a las otras).
En mis muchas visitas a escuelas para hablar de la importancia de la biblioteca escolar me he encontrado siempre con maestros, equipos directivos y AMPAS que “compran” sin pensárselo la importancia de los Planes de Lectura, del Proyecto Lector de Centro y de la Biblioteca Escolar. ¡¿Cómo no hacerlo!? Ahora bien, cuando llega la hora de “aterrizar” en recursos, en diseño, en programación, en personal… la prioridad y la urgencia desaparece.
Constato con más resignación que preocupación que la LECTURA y el acceso a la INFORMACIÓN no son una prioridad en los proyectos educativos de los centros que conozco.
Por otro lado, se hace también presente la falta de reflexión profunda (con hondas raíces pedagógicas, ideológicas, educativas al cabo) en muchas actuaciones y proyectos emprendidos con más buena voluntad que convicción (aunque, sin duda, a veces se confundan ambas). Los equipos directivos, la inspección, las direcciones generales de innovación, los docentes incluso, acometen (acometemos) proyectos guiados muchas veces por la última moda, el último artículo, el último hilo de tuiter o la última buena práctica premiada por el banco humanista o la consejería de turno…
Los profesores y los educadores (como el resto de la población y, por supuesto, como nuestros alumnos) leemos cada vez más fragmentariamente. Artículos, resúmenes, reseñas, reflexiones -como esta misma- que muestran apenas un aspecto de alguna realidad, que construyen teorías a partir de la intuición, de colecciones de buenas prácticas y de buenas intenciones… Charlas TED, vídeoblogs, reportajes a todo color en las revistas de educación que muestran nuevos espacios coloridos, tecnológicos y multifuncionales. Y mientras tanto seguimos sin reflexionar acerca de lo IMPORTANTE… abrumados, como siempre, por lo urgente.
Y así llegamos a la moda de las bibliotecas IQEA. Que algo se mueve en el mundo educativo se constata con un poquito que uno esté al día de lo publicado y lo aplicado en nuestra escuela. Que en la Biblioteca Escolar ese movimiento está activo y en plena ebullición se puede comprobar siguiendo el trabajo de los asesores de la Consejería de Educación de Galicia, los proyectos de la Fundació Boffil en Barcelona, la red de Bibliotecas Escolares de Catalunya o los BECREA de Andalucía. Los encuentros, las sesiones de formación, la introducción del Plan Lector en los currículos oficiales y en la “agenda” (que no en el “presupuesto”) de casi todas las consejerías de educación y del propio ministerio… son señales inequívocas de que “algo se mueve”.
Ahora bien este movimiento, apasionado y apasionante, corre el serio peligro de diluirse en la marea de innovación irreflexiva y superficial que también llega a las costas de nuestras escuelas.
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