Pepe Trivez

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«La leyenda del samurái y la mariposa azul» de Pedro Caldas (ilustrado por Javier Andrada)

In ¿POR QUÉ LEER...?, RECOMENDACIÓN LIJ on mayo 22, 2024 at 5:13 pm

¡Cómo me ha recordado a mis lecturas de niño y adolescente en Barco de Vapor… Vania el forzudo,Terror en Winnipeg… Aventuras en lugares lejanos con personajes que, sin embargo, hacía míos en apenas unas páginas.

¡Qué falta hace esta literatura infantil de altos vuelos! Qué necesarios el humor, la ironía, el misterio, la hondura, la ternura…

Un samurái y una niña caminan juntos atravesando poblados y parajes por el Japón imperial. El samurái, sobrio y adusto, alberga una misión y protege entre sus manos o en los pliegues de su kimono una mariposa azul del Monte Fuji. La niña, impertinente y audaz, salpica con sus preguntas el camino y pone a prueba la paciencia y la templanza del veterano samurái. Una pareja inesperada que cabalga a lomos de un viejo caballo ciego. El samurái recita los nombres de sus enemigos. La niña va poco a poco educando al guerrero con su mirada desprejuiciada y lúcida. 

Una aventura que atraviesa montañas y cuevas oscuras, que narra batallas con lanzas, espadas y palabras, que despierta a los espíritus y amenaza a los hombres más poderosos con la verdad. 

La lectura de esta novela nos traslada al territorio de la infancia: a las aventuras, a la mirada desprejuiciada del niño, al miedo y las dudas, al humor y la risa. No hay cálculo ninguno en el relato, no hay estrategia. Se trata de una narración libérrima que nos devuelve -como a sus protagonistas- al punto de partida, al origen. Y en el origen, en el comienzo: la magia, la fantasía, la imaginación que no conoce límites y que da sentido a las historias que nos cuentan, que nos contamos. 

Una novela clásica y rompedora al mismo tiempo. Una novela exigente. Inteligente. Un regalo para los lectores más jóvenes.

 

De premios y literatura infantil

In a mano alzada, opiniones, REFLEXIÓN LIJ on mayo 22, 2024 at 5:08 pm

En algún momento de mi carrera profesional y de mi trabajo como profesor, bibliotecario y mediador de lectura tuve la tentación de creer que los premios literarios en la LIJ eran un poco como sus espejo en la llamada literatura adulta. Los autores “consagrados” se repetían año tras año alternándose en un grupo más o menos reducido. En ocasiones aparecían autores noveles que sorprendían por su juventud o por su atrevimiento. 

Años más tarde tuve la oportunidad de ser jurado de uno de los más importantes premios de literatura juvenil y conocer así el proceso desde el interior.

Descubrí así que la calidad de los autores LIJ de este país es tan grande… que difícilmente los autores consagrados se quedan fuera de los finalistas de los premios más prestigiosos. Es cierto que siempre aparecen autores interesantes con más o menos recorrido que van haciendo crecer esta nómina de creadores de la que deberíamos sentirnos orgullosos.

Lo cierto es que los premios de las “grandes editoriales” LIJ y de los premios más alternativos que se centran en géneros más específicos (como la poesía o el álbum ilustrado) son un buen termómetro para medir la salud de nuestra Literatura dedicada a niños y jóvenes. Y lo cierto es que la calidad de los autores y su apuesta decidida por una literatura que piense en su receptor ideal (niños o jóvenes) como el más exigente y complejo lector y en sus obras como puentes y ventanas que deben llevarlos siempre más allá tanto en su competencia lectora como literaria.

Así pues quiero dejar constancia aquí de las dos obras ganadoras del Premio Anaya de Lit. Infantil 2024 y de El Barco de Vapor de SM 2024. Ambas tienen además de una altísima calidad literaria un nivel de sutileza, un manejo del lenguaje, una cadencia y una dosificación justa de aquello que un lector infantil puede ir descifrando con cierto esfuerzo y con muchísima satisfacción. Son obras hermosas, complejas, susceptibles de múltiples lecturas y retadoras. Ambas basan su estructura en “el camino del héroe” como tantas y tantas obras clásicas. Y ambas los personajes toman cuerpo (carne, emociones, pérdidas, historia, pasado, presente y futuro) y en ambas se permite que la fantasía (tan necesaria como decía Rodari) se cuele por las rendijas de historias aparentemente ambientadas en un momento histórico o en un contexto cultural (una tribu del desierto o el Japón de los emperadores). 

«Amor y hate» Belén Gopegui, Nando López, Roberto Santiago, Begoña Oro

In ¿POR QUÉ LEER...?, LIJ, RECOMENDACIÓN LIJ on abril 13, 2024 at 11:19 am

AMOR u0026 HATE

Una novela (una creación) colectiva siempre es una apuesta arriesgada. La literatura casi se define por ser un oficio solitario que necesita de la soledad y hasta del aislamiento en ocasiones. Una novela a ocho manos no es solo que sea osado es que tiene tanto(s) riesgo(s) como pasear al borde de un acantilado… ¿Cómo empastar cuatro estilos (tan definidos, por cierto)? ¿Cómo hacer que las voces (y los ecos) de los personajes sean verosímiles y dialoguen entre sí con fluidez y honestidad? ¿Cómo construir una historia que no se quede en un perspectivismo que suma visiones sin interactuar? ¿Cómo hacer que las relaciones -el eje fundamental de esta novela y de su proceso creativo- sean auténticas, verosímiles, “reales”?

Estos cuatro escritores con una trayectoria de largo recorrido y un estilo (cada uno) claramente reconocible… han sido capaces de armar una historia llena de capas y lecturas que ahondan en la adolescencia revelando la complejidad de un relato y de la vida misma.

Erik, Allegra, Nil y Ras. Cuatro jóvenes que se encuentran en el Benidorm Fest. Cuatro historias que tal vez nunca se hubieran contado juntas. Cuatro protagonistas que coinciden en un punto al que llegan con sus propias inquietudes, angustias, frustraciones, miedos, luchas. La vida en un instante. Una pistola. Un concierto. Cuatro amigos que conectan sus miradas desde la distancia.

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3 joyas 3. De ferias del libro, de hallazgos, de regalos, de tesoros escondidos (o no tanto).

In ¿POR QUÉ LEER...?, LIJ, RECOMENDACIÓN LIJ on junio 2, 2023 at 10:39 am

El verano en que llegaron los lobosCris5Ceros - 1UN FUEGO ROJO | BEGOÑA ORO | Casa del Libro

Mañana se inaugura la XXX Feria del Libro de mi ciudad, Zaragoza. Y la 82 Feria del Libro de Madrid se encuentra en su cenit con la celebración hoy mismo de la final de Los pequeños gigantes de la lectura, un evento en el que intervendrán un montón de apasionados (y jóvenes lectores) y un racimo de grandísimos autores de nuestra LIJ.

¡Qué mejor ocasión para recuperar esa buena costumbre de ofrecer las mejores lecturas que han llegado a mis manos! Después de meses sin actualizar este blog sería interminable la lista de auténticas joyas de la literatura infantil y juvenil publicada en nuestro país. No pretendo ser exhaustivo ni recoger aquí una de tantas listas -tan útiles y bien elaboradas en muchos casos- de títulos «imprescindibles». Simplemente quiero compartir 3 joyas 3. Tres obras que deberían buscar, ojear, descubrir, encontrar y atesorar en las inminentes citas/fiestas del libro que se nos llegan.

Vaya un adelanto del por qué deberían, sin duda, regalar, regalar(se), ofrecer, recomendar, disfrutar estos tres hallazgos felices que son solo una muestra del excelente estado de salud del que goza nuestra LIJ.

«Un fuego rojo» de Begoña Oro y Paloma Corral, un álbum ilustrado que hay que leer PORQUE

Cuando una historia encierra no una enseñanza sino un misterio, una revelación, un tesoro (oscuro tal vez, necesario)… uno no puede pasar por ella como si tal cosa. Es la historia la que lo atraviesa a uno. Es la historia la que ilumina, enciende (como un fuego) zonas oscuras, apagadas y escondidas, temores, anhelos.

“El fuego rojo” es un milagro. El milagro de poner palabras a lo que no puede ser nombrado. El milagro de encender y de entender (solo va una letra) lo profundo, lo que se vislumbra cuando uno se asoma a lo hondo.

«Cris5ceros» de Jorge Gómez Soto, una novela juvenil que no dejarán de regalar PORQUE es

Un regalo, un hallazgo feliz, una acrobacia (también lingüística) que lanza cargas de profundidad entre sus líneas cuestionando nuestra visión de los adolescentes y también sus propias (e intrínsecas) contradicciones.

y la reciente ganadora del Premio Gran Angular 2023

«El verano en que llegaron los lobos» de Patricia García-Rojo que vuelve a recibir el galardón superando si cabe su estupenda El mar con una novela que…

...es de una delicadez que estremece. De una lucidez en el análisis de los sentimientos que nos desnuda en la lectura. De una honestidad que nos cuestiona. De una hondura que nos envuelve y nos atrapa. PORQUE …teje emociones, establece lazos, levanta historias, entrelaza sentimientos y palabras y así…

«El viaje de Rosa» de Marika Mailjala

In ¿POR QUÉ LEER...?, LIJ, RECOMENDACIÓN LIJ on diciembre 17, 2020 at 5:19 pm

“Rosa corre por la pista. Las patas del galgo golpean el suelo. Rosa corre a toda velocidad”. Rosa es un galgo de carreras, la más veloz en la pista. Pero Rosa… “sueña con bosques, prados y liebres de verdad. Sus patas se mueven en silencio”. Un día se escapa y corre, corre… atraviesa el bosque, la ciudad, el circo, corre en paralelo al tren y en medio del tráfico. Hasta que encuentra un hogar y dos amigos, en un pequeño parque. Ya no es la primera, se detiene a esperar a sus amigos, juega con ellos. Ya no es un galgo de carreras pero ahora le resulta más fácil respirar.

Esta deliciosa historia de la autora finlandesa Marika Mailjala nos descubre el valor transformador, liberador del viaje. En tiempos de limitación de movimientos, de encierro y de aislamiento, este álbum nos hace correr a lomos de quien busca la libertad en lo sencillo: en el juego, en la mirada limpia, en la aceptación de la propia identidad, en el cuidado. 

«El asesino de Alfas» de Patricia García-Rojo. A modo de reseña (que no lo es).

In ¿POR QUÉ LEER...?, LIJ, RECOMENDACIÓN LIJ on noviembre 17, 2020 at 12:16 pm

Patricia García-Rojo es una escritora de premio. Desde que su «Lobo» quedara finalista del Premio Gran Angular en 2013 (con la misma novela se alzaría con el Mandarache en 2016) no ha dejado de atesorar galardones: Con «El mar» consiguió por fin el Gran Angular y con «El secreto de Olga» obtuvo en 2019 el X Premio Anaya de Literatura Infantil. Entretanto ha escrito una saga de género fantástico (los portales de Éndonon), una serie de literatura infantil (la pandilla de la lupa), y un buen puñado de libros de poesía (uno de sus grandes amores, sin duda) que además recoge y comparte generosamente en su blog ridícula calamidad.

En este extraño y ya de por sí distópico 2020 nos ha vuelto a sorprender con «El asesino de Alfas». Una distopía realista, fantasía atravesada de realidad, un universo imaginado que convive con un paisaje vivido, encarnado, real. Málaga, Marbella, Mijas, Fuengirola… la Costa del Sol alberga a dos de las familias «menores» de perceptores que habitan en España. Los perceptores tienen uno de los cinco sentidos desarrollados al máximo: Oído, Gusto, Tacto, Olfato y Táctil… Los Alfa son capaces de abrir todos sus sentidos llevándolos a un nivel de desempeño excepcional. Esto les convierte en seres poderosos capaces de ejercer un vínculo de fidelidad y obediencia que somete al resto de los perceptores. El «reclamo» es un lazo poderoso que puede ser usado para proteger, cuidar, sostener, salvaguardar la familia y su extraordinario modo de vida; o también para someter, influir, sojuzgar y hacer servir a toda esa familia a los intereses y caprichos de su Alfa.

Agrupados pues en familias, los preceptores se organizan jerárquicamente en torno a los más poderosos en dinastías que se esconden en las tinieblas y que sirven cada país al más fuerte de los Alfas: el Monarca. «… forman parte de las esferas más altas de la sociedad (…) sus sombras alcanzan a los gobernantes del mundo entero, a los dueños de las mayores multinacionales. Hubo un tiempo en que las luchas de poder entre perceptores arrastraban a la guerra a los ejércitos humanos como quien juega partidas de ajedrez sobre el mapa del mundo…». Una suerte de club Bilderberg con poderes inimaginados.

Pero en medio de esta opresiva organización o, mejor dicho, al margen de ella, viven algunos Alfas libres: perceptores que han escapado al «reclamo» y tratan de hacer sus propias vidas ocultando su especial condición. Kate y su tío Mateo pertenecen a este reducido grupo, nómada y oculto hasta que un hecho inesperado, el asesinato de un Alfa, desvela su existencia y hace que Kate pase a formar parte -obligada por la fuerza del «reclamo»- de la familia Galán.

A partir de aquí… dos historias -o más- paralelas y complementarias se extienden a lo largo de una novela tejida con hilos invisibles, delicados, agudos y hermosos, profundamente hermosos.

De un lado, Kate es adiestrada como Alfa por Óliver, su captor y mentor, su guía y guardián. En medio de una familia dedicada al banal negocio de la imagen, una familia inoculada en las más exclusivas y superficiales vidas del lujo y el espectáculo… Kate descubrirá la ambigüedad de los vínculos, la infinita paleta de grises que se encuentra entre el blanco y el negro. Un aprendizaje vital. Una iniciación a la vida que revela su verdadera naturaleza. Por eso el personaje, atrapado, «… no puede evitar preguntarse si toda esa visión maniquea de la sociedad de perceptores no es también exagerada. La cabeza de familia solo ha utilizado el reclamo para que Kate no se rebelara. El resto del tiempo lo ha invertido en su felicidad: le ha proporcionado un techo, comida impresionante, entrenamiento, material para realizar sus cuadros (…) la ha aleccionado para que viva como una Alfa, con sus percepciones abiertas, disfrutando de un mundo de estímulos, solo para ella».

La capacidad y la necesidad de vivir al máximo, de abrir los sentidos (y con ellos la mente, el corazón y el alma) a la realidad abrumadora, exhuberante, intensa, generosa y, sobre todo, suya. El resto de tomar la vida en las propias manos, contemplarla, saborearla, exprimir cada segundo, cada pálpito, cada latido, cada olor, cada sabor, cada emoción que estalla, que revienta, que se expande bajo la piel, balo los sentidos afectando a todo lo que somos…

Una metáfora lúcida, brillante, luminosa, acerca de la necesidad de vivir plena, conscientemente. El aprendizaje de Kate es el aprendizaje de todo adolescente adormecido, anestesiado, abrumado por la vida y por estos tiempos trágicos y fríos.

Patricia García-Rojo conoce bien la materia de la que están hechos los sueños, la lana que teje el tapiz de una vida que empieza a ser vivida (la del adolescente, la joven, el joven lleno de temores y hambre por la vida). Patricia conoce bien la materia de la que está hecha la adolescencia y por eso la novela es una invitación, una promesa, una guía de supervivencia: «Tienes que ponerte en paz con tu naturaleza -insiste Óliver mientras conduce de vuelta a casa-. Has aprendido a vivir negando que eres una perceptora, y eso es desolador. El mundo entero se ha hecho para ti, Kate. Eres una Alfa y no hay nada malo en ello. Ya no».

Y de otro lado la libertad, la identidad, la necesaria rebeldía ante el poder. «Tus sentidos están abiertos y eres capaz de percibir todo lo demás, pero eliges concentrarte en lo que permanece». El libre albedrío y la necesidad de pertenencia, la protección del grupo y la intemperie de construir el propio destino, la propia vida. Sin respuestas fáciles, sin atajos. Con la complejidad y la unción que exige esta exploración en las raíces de la libertad, del vínculo, del amor, la familia.

Y todo esto envuelto en una trepidante novela de intriga, espionaje, con ecos de Kill Bill y el la saga de Bourne: persecuciones, combates, apasionados romances, celos, tiernas amistades, apariencia, engaños y misterio. Una novela trazada para ser transitada con la respiración contenida, con las pupilas dilatadas y el corazón en un puño, como quien espera una explosión (como el sonido de un Alfa al morir), con la boca entreabierta y las manos crispadas. Una novela que juega con el lector mostrando y ocultando, apuntando con el dedo y desviando la atención, lanzando hilos azules, rojos, violetas que insinúan historias aún por contar.

Mención aparte merece el papel del arte, de la belleza, en la novela. Un personaje más, un papel protagonista, un instrumento necesario o la única explicación de lo imposible. La protagonista utiliza sus «poderes» para expresarse a través de la pintura, del arte. Pero al mismo tiempo emplea la belleza para comunicarse en clave con su tío Mateo. Un intercambio de mensajes instragrameados a través de detalles mínimos, delicados, ocultos en grandes obras de arte que es, sencillamente, un hallazgo feliz. Así se denomina en la literatura aquellos recursos, imágenes, metáforas… que encuentran nuevas vías de expresión, de emoción, de ilusión. La belleza salva y explica. La belleza comunica y construye complicidades, alberga, alimenta, permite, a pesar de todo, seguir respirando. A los personajes de esta «El asesino de Alfas» y a todos nosotros. Gracias Patricia. Gracias por la belleza.

La versión de Eric. De Nando López. Premio Gran Angular 2020

In ¿POR QUÉ LEER...?, LIJ, RECOMENDACIÓN LIJ on mayo 24, 2020 at 8:15 pm

Un joven entra en una comisaría de madrugada para inculparse de un crimen. Eric tiene 20 años y ha triunfado como actor en la última serie de éxito. Todo amenaza con derrumbarse a su alrededor con esta decisión pero él permanece tranquilo. Mientras a su alrededor, su representante, la  policía y una mediática abogada tratan de ordenar y dar sentido a los acontecimientos en su interior Eric nos va contando (se va contando) su versión. Los momentos, las razones, las casualidades, los hechos que le han llevado hasta esta madrugada en la que su vida parece acabarse. O tal vez, recomenzar. 

Eric es un joven trans. También ha sido y es un niño (joven ahora) con altas capacidades. Su biografía, sus recuerdos, las ausencias y las heridas, las decisiones y sus consecuencias han estado inevitablemente unidas a quien es. 

Y sin embargo, esta no es una novela sobre la identidad. O mejor no lo es sobre el tópico, el cliché, la reducción de las personas trans a su “proceso de cambio”: el morbo y la compasión paternalista a partes iguales, la tolerancia (cómo si hubiera algo que tolerar). No es una novela para “explicar” nada, ni para “justificar” nada. 

Más bien es una novela sobre la necesidad de “poner nombre” de “ponerse nombre”. La fuerza de las palabras, su poder transformador, conformador de la realidad. La necesidad de encontrar “el verdadero nombre de las cosas”, esfuerzo que no cambia la realidad pero sí la hace asumible, abarcable, asimilable. 

De toda historia hay diferentes versiones. La realidad es caleidoscópica y la mirada que la observa transforma lo ocurrido, lo vivido, lo sentido. Por eso en esta novela los personajes viven su propia evolución, la aceptación (o no) de su pasado, el dolor, el rencor, el miedo… de maneras diferentes. Cada una, única e intransferible. Como todo lo auténtico. 

Los personajes de Nando son siempre auténticos: personajes “encarnados”. Son algo (mucho) más que una construcción necesaria para el relato. Son seres autónomos que van dando forma a su propia voz a la largo de novela. Personajes inspirados, habitados, por historias reales en las que el dolor y la luz, la euforia y la pasión, la irrefrenable, la arrolladora fuerza de la vida se impone siempre, con honestidad, sin trampas.

La novela es un thriller. Un thriller juvenil intimista (la denominación es del propio Nando). Y por eso nos atrapa, nos lleva y nos trae, nos envuelve en un vertiginoso recorrido que incluye (más bien se constituye de) saltos al pasado necesarios porque el pasado nos explica, nos construye, nos hace ser lo que somos. La narración mantiene en todo momento la tensión necesaria. Es rápida e intensa. Se acelera por momentos mientras mantiene ocultas algunas claves necesarias para entender lo ocurrido. Juega con el tiempo. Un tiempo que se alarga en la espera de una sala de espera en comisaría, que se precipita en el instante justo de un accidente, un arrebato, un impulso. Y además encara otros temas como el éxito, el triunfo y el fracaso. La banalidad de las relaciones y su hondura. La necesidad de afecto. El sentido de amistad. La aceptación y el rechazo. La diferencia y el acoso. La venganza. No elude siquiera (porque forma parte de la trama y porque forma parte de la realidad adolescente) la sensación de vacío, el sinsentido de la vida, el impulso de dejarse ir y quitarse la vida. Todo ello contado desde las entrañas. A frases cortas y contundentes. Erráticas a veces. Sinceras siempre. Todo ello contado desde la mirada de un joven que trata de hacer lo correcto, de asumir sus actos, su pasado y, sobre todo, de encajar cada pieza y seguir viviendo.

«En las redes del miedo» de Nando López

In ¿POR QUÉ LEER...?, LIJ, RECOMENDACIÓN LIJ on mayo 9, 2019 at 1:37 pm

La versión corta: Un grupo de jóvenes en su último año de instituto. Dos vidas que se cruzan en las redes y fuera de ellas. Dos mundos comunicados por hagstag y clics. La vida “real” fuera y dentro de la Red. La incapacidad de comunicarse. El aislamiento, la soledad. Dos jóvenes que cargan con una tragedia a sus espaldas y que tratan de vencer a sus fantasmas, de superar sus miedos… Un incendio. Dos víctimas (o tal vez muchas más). Un montón de preguntas y una noche por delante.

La versión “extendida”: En las redes del miedo es una novela compleja: una red de referencias, canciones, temas, obsesiones, emociones, intuiciones y preplejidades tejida en torno a la vida de un puñado de adolescentes cualquiera. Un puñado de jóvenes que cargan ya con una mochila emocional pesada, sucia, desordenada. Un puñado de jóvenes que empiezan a vivir sin olvidar que YA han vivido, que YA están viviendo.

La vida entre paréntesis. La adolescencia como ese período de la vida en el que cuenta tanto lo que se dice como lo que no se dice. Lo que queda entre paréntesis. Lo que se esconde entre líneas. La adolescencia como ese período de la vida que se construye en los vacíos que deja el tiempo, los estudios, los tópicos y los prejuicios. La adolescencia como ese momento que nos construye, nos determina, nos delimita.

La novela reconstruye la noche en que Laia y sus amigos recorren las calles de su barrio en busca de de Joel y Dani. Un incendio en su instituto ha disparado todas las alarmas, la búsqueda de sus amigos se convierte en el motor de una historia que avanza en vías paralelas. Un viaje en la noche… Una noche para corregir lo incorregible. Una noche para expiar los pecados. Una noche para encontrar la verdad. Como Max Estrella y Don Latino en Luces de Bohemia.

Las referencias literarias son una clave (y una llave y una puerta) en la novela. El guardián entre el centeno. Por el camino de Swann. Sallinger y Proust. Pero también otras menos “canónicas” y quizá subconsciente o simplemente casuales: Me recordó al clásico de la literatura del maestro Sierra i Fabra Campos de fresas: Un grupo de adolescentes buscando al camello que ha vendido una pastilla de extasis que ha dejado en coma a su amiga mientras ella se debate entre la vida y la muerte. Y por supuesto la búsqueda del héroe. Telémaco (citado en la novela), Ulises tratando de “volver a casa”… El padre ausente (el de Dani) o peor aún el padre derribado del pedestal, de la idealización infantil (de Joel)…

La música juega un papel protagonista también. Vetusta Morla, Muse, … La música como lenguaje, como código, como lugar de encuentro. Mensajes en una botella que los protagonistas arrojan a un mar virtual esperando que caigan en las “redes” adecuadas (y deseadas).

La literatura de Nando es militante, civitante. Una literatura que toma partido. No siempre fue así en la Literatura Juvenil. Y quizá en algunas de sus novelas su “beligerancia” llamara la atención (¡qué falta hacía y hace que llame la atención! ¡qué necesario que algún día no sea necesario!). Ahora está integrada, forma parte de la construcción de personajes, de su mirada sobre el mundo, de su denuncia serena pero firme de lo que no está bien, de lo que aún no está bien.

Trabajo en un cole desde hace 20 años y conozco Laia, a Joel, a Iris y Mikel y Nelson. A Bea y Dani. A Aaron. Son personajes “reales” porque representan historias reales… Y nos cuestionan y nos interpelan y nos recuerdan que no todo fue siempre fácil, que sigue sin serlo.

Y conozco los miedos. Las redes del miedo. La red de mentiras “que justificamos con buenas intenciones -para no preocupar, para no hacer daño, para no causar males mayores…- y que, en realidad, lo único que han conseguido es aislarnos”.

Nando escarba en las sombras, en el lado oscuro de sus personajes -intuyo que también en el suyo propio-. Sin juzgarlos. Con una mirada desprejuiciada pero incisiva. Queriendo saber. Buscando entender. Con la reverencia y el respeto de quien se sabe testigo de algo íntimo, frágil, auténtico: el alma de los adolescentes.

Y lo hace sin ocultar nada, sin evitar lo que nos incomoda, lo que nos duele, afrontando el sufrimiento, la violencia, el drama que a veces envuelve a los jóvenes: “Un Columbine. Un asesinato como el de aquel tío que se cargó a su padre reventándole la cabeza con una máquina de escribir. O un tiroteo tan atroz como el de Florida”… Un guiño a La edad de la Ira… La ficción y la realidad cruzándose sin hacer distinciones.

En las redes del miedo es un tratado de emociones, de miedos, de secretos, de angustia y de silencios. Pero también de amistad, de esperanza, de ganas de seguir adelante, de certezas (conquistadas a golpes a veces), de comienzos y de oportunidades… Sin clichés, sin tópicos, sin simplificaciones, sin atajos.

En palabras de Laia. “No existen. No hay atajos. Y si los hay, no llevan a ningún lugar que merezca la pena.”.

Biografía de un cuerpo. De Mónica Rodríguez. Premio Gran Angular 2018

In ¿POR QUÉ LEER...?, LIJ, RECOMENDACIÓN LIJ on abril 18, 2018 at 4:45 pm

Un joven se mira desnudo en el espejo. El vaho y el calor se mezclan con la confusión, el asombro, la turbación de ser adolescente. La perplejidad ser, de crecer, de domesticar a un cuerpo y a un alma que crecen asilvestradas, a empujones, con la fuerza irreverente de la vida.

Una novela que comienza así: desnuda, descarnada, encarnada, honesta… solo puede ofrecer eso: una historia que se atraviesa en la memoria de quien un día fue joven y golpea el estómago, las vísceras, el corazón de quien como el protagonista se enfrenta a la tiranía del tiempo, de la carne, del cuerpo.

Un joven bailarín con las piernas «demasiado duras». Una leyenda de la danza que cayó en el pozo de la locura (un adolescente y Nijinsky). Un padre exigente y apasionado, admirador y juez de su propio hijo… Una madre firme y tierna, preocupada, esperando, confiando. El paralelismo entre la historia del muchacho y la del famoso bailarín polaco nos enfrenta al dilema, al conflicto padre-hijo, a los rencores, las heridas, las esperanzas depositadas, las decepciones, el miedo, el abandono. Con un fondo kafkiano que nos abre las las carnes como la mítica carta pero que nos muestra también el rostro frágil, atormentado, herido del padre. Esa relación con el padre, el enfrentamiento, es sin duda uno de los ejes de la novela. Pero también la relación entre iguales, el descubrimiento -siempre íntimo, siempre terrible- del amor, y del sexo. El egoísmo propio y el ajeno.

Biografía de un Cuerpo es un diario de sensaciones. Una hoja de ruta para la adolescencia, para la entrada en la vida adulta, para el tránsito. No hay capítulos. Una sucesión de secuencias ininterrumpida. El paso del tiempo es una superposición de emociones, de rabia, de temor, de pasiones y dudas.

Y las palabras son acero, bálsamo, orfebrería y sillares. El lenguaje de la novela es delicado y directo, elaborado y hondo. Un lenguaje contundente: «La vida es una puta mierda».  Un lenguaje que atraviesa la coraza del joven lector (y del adulto) y le araña el alma. Un lenguaje lleno de ritmo y colores, matices: «No sé quién es pero su nombre es musical, suena como una cascada, como un tintineo. Es un nombre de violín, amarillo, rabioso. Titiritero. Nijinsky».

La adolescencia es en esta novela… «una pincelada impresionista». El cuerpo. El hastío. La soledad. El milagro. El desconcierto. A estas líneas les falta ligereza, les sobra INTENSIDAD. Como a un adolescente. Uno se siente así. Con la zozobra, la vergüenza, la rabia, la torpeza, la pasión y la sinrazón de quien vive en conflicto con su propio cuerpo, que es su propio yo.

La vida difusa, confusa, profusamente contada… Cada detalle, cada tirón, cada gesto, cada gota de sudor recorriendo la espalda. El dolor (físico y emocional)… El adolescente frente a todo y frente a todos: Frente a la profe que le dice «puedes hacerlo mejor». Frente al padre cuya sonrisa tanto le gustaba de niño y tanto le irrita ahora. Frente al mundo de los adultos, frente al mundo… «estoy harto de someterme siempre. El cuerpo, los adultos.»

Y la esencia de lo que uno es… «hay algo que es solo mío, que soy yo, un puñado de gestos, esa mirada torva, tímida, confusa…»

El personaje de Nijinsky, perturbador, una historia con dos versiones. O más. Mucho dolor.

Y al final una novela que se lee con «…un ligero temblor que demostraba la tensión interna…» Con la sensación de ser un adolescente que trata de vivir que «trata de saltar y no despega del suelo». Como en una pesadilla. Y la poesía. Y el silencio de una madre que deja en la mesa mensajes de ternura, de confianza ciega, de fe.

 

POR QUÉ LEER «El hotel» de Mónica Rodríguez

In ¿POR QUÉ LEER...?, RECOMENDACIÓN LIJ on enero 24, 2018 at 11:38 am

¡Qué ganas tenía de publicar esta «invitación a la lectura»! Razones para leer a Mónica Rodríguez hay muchas. Pero quiero destacar una: LITERATURA. Así escrito, con mayúsculas. Su mirada sobre el mundo es original, delicada, afilada, socarrona, tierna… y única. Su mirada sobre la niñez es diferente. Si queremos que nuestros hijos/as, alumnos/as sientan la literatura como una puerta, como una ventana, como una confidente, como una compañera… las novelas de Mónica son un buen camino. Y El hotel un buen lugar para descubrirlo.

“De pequeña viví en un hotel. Fue cuando murió mi padre. Mi madre hizo las maletas y nos subimos a un tren”. Así comienza “El hotel”. Unos niños y una madre se refugian del dolor de la pérdida en el viejo hotel familiar del abuelo Aquilino. Servando, Jacinta, Amalia, Rosa, Manolo, Azucena, Violeta, Florencia, Juanita… Y el perro Nicanor. Son los del hotel. Un puñado de parientes y un pequeño grupo de “clientes fijos”: una viuda que (sueña que) viaja en crucero, un notario, un forense y una pareja de Canadá.

Un lugar lleno de locura y de ternura que se verá alterado por la llegada del Señor X, un inspector con mal genio y la posibilidad de cerrar el hotel.

El hotel es una algarabía, una astracanada, un despilfarro de risas, cantos, lágrimas y alegría. Una historia de trenes, de barcos, de viajes y engaños… que hay que leer…

  • Porque su autora tiene la mirada aguda del niño que sufre, que siente, que observa, que espera y que sueña; la mirada herida de quien no esconde el dolor de la ausencia. Porque los niños de Mónica Rodríguez recuerdan a los de Ana María Matute: solitarios, encarnados, como una chaqueta roja en un una foto en blanco y negro.
  • Porque más que una novela es una obra de teatro, una mascarada, un baile alegre de disfraces donde nada es lo que parece y uno acaba siendo lo que quiere ser. Porque los personajes son “tipos” que no esterotipos… reconocibles y originales: únicos.
  • Porque a pesar del amor, a pesar del humor –y ambos están muy presentes en la novela- la poesía se derrama en cada gesto, en cada historia de las que forman tesela a tesela este mosaico de vidas, emociones, sueños, frustraciones, angustia y miedos. Todo al calor del hogar, todo alrededor de una mesa.

Publicado en Heraldo Escolar el 24 de enero de 2018

 

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